✍️ Escribir para no explotar
Hay días en que una se siente como una olla de presión emocional: la tapa bailando, el vapor silbando, y cualquier cucharón que se cruce puede acabar derretido en el drama. La maldad se me sube a los hombros y la cordura se la grasa de las caderas.
Y entonces, en vez de lanzarme a incendiar una panadería (porque los carbohidratos no tienen la culpa de nada), descubrí esto: escribir me salva.
Sí. Como suena. Escribir es terapia. Y no me refiero a escribir bonito, ni con comas puestas donde van (aunque si van, mejor, porque el caos ya está en mi cabeza). Todas las angustias que peregrinan comienzan a sentir dolor de pies y se sientan. Se regresan al pasado o al futuro.
Escribir es un acto brutal, dulce y liberador de soltar lo que duele, lo que pesa, lo que arde… y lo que a veces hace cosquillas también.
💌 La hoja no juzga (aunque a veces se arruga)
La escritura es como ese amigo que no interrumpe. Que no te dice “¡Pero eso no es tan grave!” ni te lanza un “ estás exagerando”. La hoja escucha. La pantalla espera. Y tu, con esa mezcla de risa, rabia y ternura, escribes lo que ni sabías que te estaba apretando el pecho.
Hay una especie de alquimia en escribir lo que nos duele: al nombrarlo, lo desactivamos un poco. Es como si al decirle "te veo", la angustia se encogiera de hombros y dijera "ok, ya me viste, me voy".
📓 Escribir es como barrer por dentro
Hay cosas que solo se entienden cuando las escupes al papel. Emociones que se desenredan al escribirlas.
Pensamientos que suenan menos locos (o más mágicos) una vez que los ves desde afuera.
Y no, no hace falta ser escritor. Basta con ser humano. Respirar. Sentir. Y querer estar un poquito mejor. Porque no se trata de escribir bien: se trata de escribirnos vivos.
Una de las mejores partes de escribir desde lo profundo es que, sin darte cuenta, la comedia aparece. Un día lloras escribiendo sobre tu ex que te bloqueó de WhatsApp, y al día siguiente te das cuenta de que el tipo tenía menos luz que una lámpara quemada.
Y te reís. Porque escribir te da perspectiva. Y la perspectiva, querida, es puro poder.
✨ Ritual final
Por si quieres probar, acá va un ritual sencillo:
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Elegí un cuaderno bonito (o feo, pero que aguante).
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Música suave o silencio (Yo prefiero silencio)
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Escribe sin filtro, sin corrección, sin pensar si tiene sentido.
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Permítete llorar, reír, enojarte o aburrirte. Todo vale.
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Léelo después... o no. A veces, soltar basta.
Escribir es recordarte que estás viva. Que sientes. Que eres capaz de crear belleza aún desde el caos.
Y si un día vuelves a sentir ganas de prender fuego algo, escribe primero. Quizás con eso alcanza. (Y si no, yo te paso la dirección de una panadería que no me cae tan bien).
Con amor, letras y risas,
Chuchi 💛
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