Fortaleza vs Debilidad

Nos enseñaron a pensar que ser fuerte es no llorar, no pedir ayuda, soportar todo en silencio. Como si la fortaleza fuera un escudo que nos protege de ser lastimados. Pero esa idea es infantil, ingenua. Porque no existe alguien tan fuerte como para no ser atravesado por la vida. A todos nos entran las balas. Somos seres sensibles.

La vulnerabilidad no es un defecto: es una condición humana. Negarla es vivir con una máscara que tarde o temprano se quiebra. Es llevar la dureza, la cara de roca pensando que la piedra no tiene corazón.

Cuando alguien se empeña en mostrarse fuerte todo el tiempo, suele estar ocultando un profundo miedo a ser herido, rechazado o abandonado.  Incluso se esconde de sí mismo.

Esa “fortaleza” termina siendo una cárcel de barrotes demasiados rígidos. Y lo paradójico es que quien no se permite ser vulnerable, tampoco se permite amar de verdad. Porque para amar hay que arriesgar, hay que exponerse, hay que soltar.... y sobre todo, saber y estar dispuesto a perder.

La verdadera fortaleza no está en aparentar que nada te duele. La verdadera fortaleza es poder aceptar tu vulnerabilidad sin sentir vergüenza por ella. Decir: “Sí, tengo miedo. Sí, me duele. Sí, necesito.” Eso no te hace débil; te hace humano. El indolente no es sabio. Es apático.

La vida madura empieza cuando dejamos de ver las cosas en opuestos infantiles: fuerte vs. débil. Aprendemos que la vulnerabilidad es el puente que nos une a otros, y que ser fuerte de verdad es tener el coraje de mostrarnos tal cual somos.
Nos enseñaron a medirnos por cuánto resistimos, por cuánto callamos, por cuánto seguimos de pie aunque estemos quebrados por dentro. Por suerte reprobé todas esas lecciones. La verdadera fortaleza no es aguantar siempre es saber pedir ayuda cuando el alma ya no puede sola y saber, que eso no te resta valor. Tu esencia sigue viva y brillando.

La vulnerabilidad no es debilidad, es el lugar donde nace la ternura, la empatía y la conexión real con otros. Si te permites ser fuerte y vulnerable a la vez, descubres que no son opuestos, sino dos fuerzas que se necesitan. Porque sólo quien reconoce su fragilidad puede construir una fortaleza genuina… y sólo quien se atreve a mostrarse entero puede vivir en libertad.

"El que niega su vulnerabilidad no se vuelve fuerte, se vuelve solo."

 Chuchi

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