Silencio

 Me gusta el silencio. Incluso el silencio bochinchero. La paloma con su arrullo, los neumáticos de los autos impactando en los charcos, el trino de los pájaros, los ruidos de mesas y sillas del que acomoda un negocio cercano, una escoba a lo lejos, un perro que ladra, la ardilla hablando con otra, los dedos que chocan en el teclado, la sensación de arenilla en mis articulaciones, la madera de las puertas que truenan, un grito alegre de un desconocido, el viento que acaricia las cortinas, tu mirada fría sobre la nada, la tristeza inspirada, la desilusión activa, la decepción galopante, una punzada en el pecho, más autos en los mismos charcos, un sonido molesto.

Me gusta el silencio, el vuelo de las moscas, la transparencia de la lluvia finita, el halo difumado del sol, el coro de la nada sonriendo, los recuerdos olvidados, un gorrión caminando por la jardinera, los míos durmiendo, nuestros dolores callados, la impaciencia guardada, un chiflido indigno, una patrullero apurado, una sensación de que todo se apaga de pronto, el vacío.

Me gusta el silencio. Todos. Perdón, menos el tuyo. 

El tuyo es un murmullo ensordecedor. Me ahogo en ese silencio y no se nadar. Sólo sé estar sin vos. Pero nunca en silencio. 

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