Catorce años!


 Se cumplen catorce años de tu último respiro. Catorce incómodos, largos, dolorosos, años después de tu cruenta lucha contra lo inevitable. El tiempo pasa y pesa, incluso cuando disimulemos en que los impactos no le hacen más que algunas rayas nuevas al tigre destartalado que ruge por costumbre y por necesidad.
Anoche, no podía dormir. Sentía el mismo dolor de opresión en el pecho. Me dije, basta, ya sé, hay que dejar de contar, sumar y sumar, no tiene sentido, cuando solo resta. Y me quedé dormida escuchando el silencio lleno de ritmos agitados y recuerdos frescos de un pasado mejor. 

Han pasado algunas pequeñas y pocas cosas, las suficientes, para sentir que hace mil años te fuiste, aunque en rigor de verdad, te fueron. Vos querías quedarte, pero tus cartas, tu destino, tu "misión" (ponele), tus lecciones, o la puta madre que lo parió a la injusticia de la vida mirando con credenciales éticas y morales, lo que no admite calificaciones, te echaron.

Lo que estuviste, aunque breve, para mí, maravilloso. Todas las noches, te ladro un te quiero al aire, porque me gusta engañarme con espacios íntimos de magia.

y si, te quiero, quiero, quiero, mucho, así con esa ternura e inocencia, de levantar la mesa, pasar el cuchillo para sacar las migas ( ya no se hace), y lanzarnos en los juegos de mesa con las tazas de café de porcelana china. 

Ahora las tazas son más grandes, mucho más, como el agujero que tengo en el pecho que se va agrandando conforme pasa el tiempo con desavenencias y caprichos.


A nadie le importa. Y sé que seguro es mentira, pero yo elijo creer, que por ahí con el mate en la mano y guiñando un ojo andas con el bicho negro arreglando desperfectos en el cielo. 

Te quiero siempre papá!

Chuchi

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