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Según pasa el tiempo...
Según pasa la vida aumento el tamaño de la
tipografía de mi computadora, mi cabello se peina con cenizas, la menstruación
se vuelve amnésica, las manos agrietadas, las arrugas asoman como caminos de un
mapa sin destino, las convicciones fundamentalistas se van de vacaciones, los
ideales se suicidan, lo eterno pasa de moda, lo romántico es cursi, la
sensibilidad florece, y los prejuicios cambian de estantería, hoyuelos
hormonales se tatúan en las redondeces de mi cuerpo, y la pretensión de ser
querida se vuelve un trapo con el que limpio mis anteojos. Mi cuerpo cambia,
cambio antes, cambia ahora, cambiará. Entonces ¿Quién soy yo? o mejor dicho
¿Qué soy?.
Cuando alguien muere en féretro queda lo que conocemos visualmente,
su cuerpo. Pero es inerte, inmóvil. Los mismos brazos no abrazan, las mismas
piernas no corren, la misma boca no se pronuncia. ¿Qué se fue? ¿Qué dejo de
fluir? ¿De irradiarse? ¿Por qué nos identificamos con el cuerpo . que es lo que
no somos-? Tal vez el paso del tiempo nos va arrebatando la carrocería para
llegar al otro lado de la existencia con lo justo, con lo que en verdad somos;
con el Ser. ¿Qué soy? Soy la vida que pasa a través de esta forma, un hilo de
energía, un trazo de inteligencia divina en un eterno devenir.

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