¿Por qué nos duele tanto el abandono?


El abandono es una herida profunda que muchas de nosotras llevamos en el corazón. A lo largo de mi experiencia como terapeuta sistémica y coach holística, he observado cómo este dolor puede moldear nuestras vidas, nuestras relaciones, y hasta nuestra forma de vernos a nosotras mismas. Pero, ¿por qué nos duele tanto el abandono?

Desde el momento en que llegamos al mundo, nuestras primeras conexiones nos enseñan sobre la seguridad, el amor, y la pertenencia. Estas conexiones, en su mayoría con nuestras figuras parentales, nos ayudan a construir una base emocional sólida. 

Pero, cuando esas figuras se alejan, nos fallan, o simplemente no están disponibles para nosotras, esa base se resquebraja, dejándonos con una sensación de vacío y desamparo.

El abandono nos afecta de manera tan intensa porque amenaza nuestra necesidad básica de ser vistas, escuchadas, y amadas. 

Como seres humanos, somos profundamente sociales; necesitamos sentir que pertenecemos a algo o a alguien. 

Cuando el abandono ocurre, se activa en nosotras un miedo profundo a la soledad, a no ser suficientes, a no merecer amor. 

Es un miedo que nos persigue, a veces sin que nos demos cuenta, afectando nuestras decisiones y nuestras relaciones.

Síntomas del Abandono en Nuestras Vidas

Este dolor de abandono se manifiesta de diversas formas en nuestro día a día. Algunas de las señales más comunes que he visto en mi práctica incluyen:

  1. Dependencia Emocional: Buscamos en los demás la validación y el amor que sentimos que nos falta. Esta necesidad constante de aprobación puede llevarnos a relaciones desequilibradas, donde damos más de lo que recibimos, por miedo a ser abandonadas de nuevo.

  2. Auto-sabotaje: Inconscientemente, podemos empezar a sabotear nuestras propias oportunidades de felicidad. Ya sea en el amor, el trabajo, o la vida personal, nos convencemos de que no merecemos lo bueno, porque en el fondo tememos que todo termine abruptamente, como ocurrió en el pasado.

  3. Miedo a la Intimidad: Aunque anhelamos la conexión, el miedo a volver a ser abandonadas nos impide abrirnos por completo a los demás. Creamos barreras, distancias emocionales, y evitamos sentir vulnerables, protegiéndonos de un posible dolor.

  4. Aislamiento: Algunas veces, para evitar el dolor del abandono, preferimos aislarnos. Nos convencemos de que es mejor estar solas que arriesgarnos a ser heridas de nuevo. Este aislamiento, aunque parece una solución temporal, solo alimenta el sentimiento de soledad y desolación.

Miedos Asociados a la Herida de Abandono

El abandono no solo deja cicatrices visibles en nuestro comportamiento, sino que también alimenta miedos profundos que nos acompañan a lo largo de la vida:

  • Miedo a la Soledad: La idea de estar solas, de no tener a nadie en quien apoyarnos, nos aterroriza. Este miedo puede llevarnos a soportar relaciones tóxicas o insatisfactorias, solo para evitar estar solas.

  • Miedo a no ser suficientes: Constantemente nos preguntamos si somos lo suficientemente buenas, atractivas, inteligentes o dignas de amor. Este miedo erosiona nuestra autoestima y nos hace dudar de nuestro propio valor.

  • Miedo al Rechazo: Cada interacción se convierte en un terreno minado, donde tememos ser rechazadas o no ser aceptadas. Este miedo nos paraliza, impidiéndonos tomar riesgos y ser auténticas.

Sanar la herida de abandono no es un proceso fácil, pero es posible. 

Requiere valentía, amor propio, y un compromiso profundo con nuestra sanación.  

En mi próximo taller, el 16 de agosto, 9pm CDMX, Inversión $600 MNX/ U$$35, exploraremos juntas las raíces de esta herida y aprenderemos herramientas prácticas para empezar a sanarla. 

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Porque mereces vivir una vida plena, libre de los miedos que te han acompañado hasta ahora.




Te invito a que te unas a este viaje de sanación y descubrimiento personal. No estás sola en este camino, y juntas podemos transformar ese dolor en fuerza y resiliencia.

Chuchi

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