Memorias prenatales
Los hijos nacidos con género
opuesto al esperado, aquellos destinados a sanar a un hermano enfermo, los que
no son reconocidos por su padre, los concebidos fuera del matrimonio y los que
llegan de sorpresa, llevan consigo una carga de baja vitalidad y timidez.
Representan a los hijos abandonados del pasado, a aquellos que vivieron en la
sombra, experimentando disfuncionalidades familiares, cambios de identidad o
fueron parte de adopciones, ventas o compras.
En la sociedad, estos hijos no
reconocidos o inexistentes son ignorados, sus nombres olvidados, y su
autoconfianza socavada. Sienten que no pertenecen, luchando contra sentimientos
de inadecuación y hasta pensamientos suicidas. Los que nacen después de la
pérdida de un hermano o un aborto cargan con el peso del duelo no resuelto,
encarnando el dolor del ausente y manifestando síntomas físicos y emocionales
extremos que reflejan la tristeza ancestral.
Siendo un hijo yaciente, el
sobrepeso puede representar la presencia de otro ser dentro de uno mismo,
mientras que la hiperactividad puede ser la expresión de la energía combinada
de dos individuos. Respecto al deseo de los padres, todos somos hijos deseados
en el sentido de que el único deseo que da origen a la vida es el
subconsciente. No obstante, es importante distinguir entre el deseo consciente
y el ser buscado; el primero siendo una necesidad que debe ser satisfecha, como
la maternidad deseada por algunas mujeres conscientemente, pero no realizada
debido a la falta del deseo subconsciente. Mientras que otras, que no desean
ser madres, pueden quedar embarazadas.
El fracaso, la traición, la
ignorancia, la sumisión, el miedo, el hambre, los desencuentros, las tragedias
y el sufrimiento pueden ser parte de nuestra herencia cultural ancestral, pero
no nos definen si aprendemos a abordar esas experiencias con amor y buscar el
crecimiento personal.
Cuando honramos nuestro pasado
con respeto, extraemos sus lecciones y, lejos de intentar compensar lo que
pasó, encontramos la sanación. Al cambiar nuestros pensamientos y sentimientos,
transformamos nuestra percepción de las experiencias y liberamos el lastre del
pasado, permitiendo que nuestras alas se desplieguen y nos permitan ser quienes
realmente somos.
A menudo es sencillo juzgar los
errores de los demás, pero ¿qué hacemos con nuestros propios fallos? ¿Los
reconocemos? ¿Los aceptamos? Nuestros padres nos trajeron al mundo para
resolver sus propios conflictos internos; la llamada "deuda de
existencia" nos recuerda que debemos vivir plenamente, responder al grito
del subconsciente que nos insta a dar vida. Sin embargo, nuestra tarea va más
allá de la mera reproducción; tenemos la capacidad de crear con nuestra mente,
manos, corazón e intelecto. Crear implica dar vida a algo nuevo, algo que antes
no existía.
No estamos siendo verdaderos
creadores cuando simplemente repetimos lo que hemos experimentado, cuando
modelamos entidades con identidades fragmentadas. Nos convertimos en verdaderos
co-creadores del universo cuando sanamos, cuando cortamos los lazos con el
pasado, cuando comenzamos a desaprender y liberarnos.
Inicia el 23 de mayo a las 8pm CDMX, ¿Quieres participar? Te espero en este viaje de auto conciencia!
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